Carlos III, Mensaka
En los 90 el Ayuntamiento de Madrid plantó en la Puerta del Sol una estatua a “su mejor alcalde”, un rey que dio un super boost a la ciudad. En aquella época empezaron a patrullar los primeros mensajeros, hoy una especie común en la vida urbana.
Todo en Carlos III gira en torno al número tres. Fue rey por triplicado, primero en Palma y Plasencia, después en Nápoles y, finalmente, en España, donde llegó tras la muerte de su hermanastro Fernando VI. Y tres son las estatuas que le honran en Madrid, donde la más conocida por su ubicación es la de la Puerta del Sol. Ojo, que parece que tiene siglos a sus espaldas y en realidad la plantaron en los años 90 en esta ubicación por votación popular.
Después de las prácticas en Nápoles y Sicilia, Carlos III se lució en España, donde hizo honor a su peluca practicando una monarquía ilustrada “a la francesa”. Era hora de apostar por el I+D y realizar una serie de reformas en el país y en su capital. Tanto sacó brillo a Madrid que desde entonces se le conoce por ser “el mejor alcalde” de la ciudad, a pesar de no haber ejercido como tal.
“Mírala, mírala, mírala… La Puerta de Alcalá”, cantaron Ana Belén y Victor Manuel en los 80. Ésta es una de las obras más representativas que mandó levantar Carlos III; pero súmale también el Museo del Prado, el Jardín Botánica, las fuentes de Cibeles y Neptuno… También en la década de la Movida surgían en las grandes capitales un nuevo espécimen: los mensajeros motorizados. Sí, siempre ha habido mensajeros en la Historia, antes a caballo y con pergaminos, pero ahora iban en Vespa, Montesa o Derbi transportando documentos de aquí para allá.
Una década más tarde, la segunda novela de Jose Ángel Mañas reflejó la vida de estos currantes del asfalto, que se llevó al cine con el mismo nombre de “Mensaka”. Gustavo Almerón trabaja a sus veintitantos como mensajero y toca la batería en un grupo, soñando con que la música cambie su vida en las calles por la de los grandes escenarios.
Los que hoy rondan los cuarenta y tantos palos han vivido el siguiente rol de los mensajeros, cuando apareció en nuestro país el concepto de comida a domicilio. “Telepizza…??? Qué cojo*** es eso!?, Qué tiene que ver la pizza con la televisión!?” El fast-food había llegado para hacer competencia a la dieta mediterránea y las motos fueron sus grandes aliados para no moverse de casa.
Hoy en día, ya sea en moto, en patinete o en bici eléctrica, los mensajeros se han apoderado de nuestras ciudades, de ahí que hayamos vestido a Carlos III con casco y bolsa isotérmica, a modo de emisario real contemporáneo.