Madriz Me Mata
La ajetreada vida de la capital fue inspiración en los 80 para la frase “Madrid Me Mata”, que dio nombre a la revista fanzine más popular de la Movida madrileña. La Gran Vía y el edificio de Schweppes son el mejor ejemplo de la frenética noche de la ciudad.
Madrid ha sido siempre una ciudad donde sus vecinos y visitantes disfrutan en la calle. El terraceo en formato vermut, tardeo o afterwork ha existido aquí de toda la vida. Pero la entrada en la democracia a finales de los años setenta hizo que la vida nocturna creciera como la espuma. Los jóvenes trabajaban de día y vivían de noche (que se lo digan a Almodóvar and company…). Y muchos venían de las provincias para dejarse llevar por ese ritmo desenfrenado.
Mecano cantaba: “Quiero vivir en la ciudad” porque allí era donde se cocía la nueva ola, la Movida. Y uno de los fanzines que surgieron en esos años fue el que dirigió el diseñador y artista Óscar Mariné bajo el título “Madrid Me Mata”, donde se vio plasmado el ambiente sociocultural de una capital que apostaba por la modernidad, a pesar de mantener su acento cañí a más no poder. Desde entonces, esta frase describe perfectamente la vida ajetreada que se trae la gente en los madriles.
La Gran Vía es sin duda el epicentro de la vida social en la ciudad. Una calle construida en la Movida anterior a la de los 80, en la de los años 30. Y en donde uno se acerca a comprar, a ver una obra de teatro o un musical, a levantar la vista para apreciar sus edificios de corte clásico… Clásico y no tan clásico, porque el protagonista de nuestra tableta es un edificio de la misma época, pero que su promotor apostó por la corriente racionalista del menos es más.
El edificio Capitol se convirtió pronto en símbolo de la vanguardia y en 1972 se le incorporó el famoso letrero de neón de Schweppes (sí nombre complicado de pronunciar, pero imposible de escribir correctamente). La película de Alex de La Iglesia, “El día de la Bestia”, centra una de sus últimas escenas en este emplazamiento, donde un drogado y heavy seguidor de Satán lo flipa en colores a unos 60 metros de altura.